La primera navidad sin ti
- Giuseppe Badaracco
- 11 dic 2015
- 3 Min. de lectura
El taxi arribó al aeropuerto pasadas las 10 p. m. de aquel 24 de diciembre de 2014. Apenas descendió del vehículo, Giovanni apuró sus pasos en dirección a la ventanilla de la compañía a la que adquirió el boleto esa misma mañana a través de internet para realizar el Check-in de rigor. Era la única empresa que milagrosamente tenía vacante un lugar y en primera. Por eso no dudó en comprar el boleto, poco le importaba que ese vuelo saliera para Jamaica. Le daba absolutamente lo mismo que el destino fuese Suiza, Japón o Nueva York. Giovanni no quería viajar. Lo que Giovanni quería era desaparecer en nochebuena, no quería estar en ningún lugar preciso cuando den las doce, no quería brindar ni saludar a nadie por compromiso, porque con la única persona que quería estar ya no podía. La única persona que amaba y con quien ansiaba pasar esa navidad había fallecido hace nueve meses. Giovanni sólo quería llorar.
Cuando por fin llegó a la ventanilla de la compañía en la que viajaría esa madrugada se sorprendió al encontrar una fila de apenas diez o doce personas para registrarse y despachar el equipaje.
«“¿Acaso el avión no sale a la 1 a. m.?”, pensaba. “Me dijeron que era el último pasaje disponible para Kingston, se supone que el avión iría repleto, ¿o será que se completa en la escala que hace en São Paulo? Sí, eso debe ser… bueno, por fortuna hay poca gente, así nadie me molestará cuando den las doce si es que aún no hemos embarcado».
Era el último en la fila de aquel pequeño grupo de pasajeros caricaturescos que, como todo viajero que planea pasar navidad en un aeropuerto, debe tener alguna herida en el alma que no ha cicatrizado o bien, una ingenua emoción pletórica de felicidad que lo embarga y lo lleva a viajar a un destino buscado el único día que consiguió pasaje, y por ello se apresta a pasarla lo mejor posible en compañía de extraños. Pero si alguno de ellos pertenecía a este segundo grupo, que no pensara que iba a contar con Giovanni para su improvisada celebración. Él ya lo tenía todo planeado de antemano. Si aún no embarcaban, quizás estaría dormido, recostado en alguna butaca usando como almohada su bolso de mano. Si ya estaban a bordo, le diría a la azafata a poco de subir que iba a tomar un medicamento y que posiblemente se dormiría, que no lo despertara ni siquiera para saludarlo y ofrecerle la copa de champán que de seguro obsequiaría la empresa por la ocasión, y así cuando llegara a destino ya su objetivo se habría cumplido.
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Es una historia corta que ha sido escrita para participar de las actividades propuestas por Emyl Radio para celebrar la navidad 2015 como parte de sus #CuentosconEmylRadio en la categoría Romance.
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Fecha de registro:06-dic-2015 8:47 UTC
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