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Prohibido olvidarte

  • Foto del escritor: Giuseppe Badaracco
    Giuseppe Badaracco
  • 20 feb 2017
  • 2 Min. de lectura

En 1994 publiqué en Editores del Litoral, la gráfica más importante de Concordia, ciudad de la provincia de Entre Ríos donde vivía por ese entonces, mi segundo libro unipersonal de poemas. Dedicado a un gran amor, prohibido pero real, versos de tinte romántico y muy jugados para alguien que salía de la adolescencia y comenzaba a transitar los pasos de su juventud.

El libro tuvo muy buena repercusión, fue presentado en Radio Nacional Buenos Aires por Horacio Añese y más tarde, lo tuvo entre sus manos el entonces presidente de la república Dr. Carlos Saúl Menem, quien acababa de perder a su hijo Carlitos y quizá por lo sugerente del título lo leyó y me envió una carta muy sentida y llena de valoraciones.

Fue el inicio de una etapa muy importante en mi vida como escritor. El poemario me llevó a Maciá, al Primer Congreso de Escritores Entrerrianos —del que fui delegado por Concordia— y posibilitó que me hiciera cargo de la columna literaria del diario El Heraldo de mi ciudad, al tiempo que me brindaba innumerables posibilidades tanto en Argentina como en Cuba.

Le debo mucho a este libro y entre tantas cosas que le debo, era una segunda edición, pues la primera (de 5.000 ejemplares) se agotó en menos de dos meses y nunca más volvió a reeditarse.

Hoy, a 23 años de aquel entonces, sale nuevamente a la luz con una portada diferente pero con el mismo contenido de otrora. Bajo el sello de CreateSpace y digitalizado por KDP para su venta en Amazon. También en Colombia y el resto de Latinoamérica y España puede adquirirse por AutoresEditores.com

Nunca más volví a tener noticias de quien lo inspiró. Supongo que vivirá en mi pueblo natal, que habrá formado una familia y quizá tendrá varios hijos. Pero estoy seguro que al leer estas páginas sabrá inmediatamente que fueron escritas para él. Porque los dos vivimos la misma historia, porque ambos "pintamos los ladrillos oscuros de nuestra nueva casa" y porque, seguramente, en alguna noche de invierno también me habrá de recordar.

Para vos, amor del pasado que te cruzaste alguna vez en mi vida haciéndola feliz, para vos van estos versos, te los debía. Gracias por la historia de amor que nos brindamos.

¿Cómo te explico

que mi sombra fugaz está vencida,

que no puedo reír, llorar ni amar,

y que es grande mi herida?

¿Cómo te explico

que aguardo con vehemencia cada día

tu retorno a mi asilo,

que deshojo con furia el calendario

cuando no estás conmigo,

que cuando miro a todos en la calle

uno tu rostro al mío

y te busco en los ojos que me miran?

Amor... ¿cómo te explico?

No entenderás jamás

que en este cuerpo frágil que poseo

cobijo un corazón que es timón

si mi angustia es un velero.

Y tampoco pretendo

que tengas la ansiedad o el desconsuelo

de haber querido a alguien con locura,

y de pronto perderlo.

¿Cómo te explico

que a veces ya no quiero respirar,

que sólo anhelo ser fuego quizás

para quemar mi alma que te añora...

y que tengo tu foto en un baúl,

mirándome con ese traje azul

cuando mi pena llora?

¿Cómo te explico, al fin,

el por qué de mi bronca reprimida,

la lágrima que corta mi semblante

y la sangre que brota de mi herida?

Tal vez sea mejor

esperar el mañana todavía...

Esperar, sin pensar que alguna vez

pasaste por mi vida.


 
 
 

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